Reaccionando al bofetón
Se pasó más de media hora eligiendo con detalle la ropa que se iba a poner, escogiendo todas las prendas con esmero y sin pasar por alto ni un solo detalle.
Tenía que estar más guapa que nunca.
Se metió en la ducha y pasó allí mucho más tiempo del habitual. Al mejor champú le siguió una mascarilla de las que prometen milagros, al gel de baño le siguió una exfoliante que le dejó la piel muy suave y su habitual crema hidratante fue sustituida por una mucho más efectiva que además de hidratar deja un olor irresistible.
Se secó el pelo con mucho detenimiento hasta que consiguió el peinado perfecto. Se echó un poco de maquillaje en la cara, colorete en los pómulos, sombra y rimel en los ojos y un poco de brillo en los labios.
Se puso sus pendientes, su anillo y su gargantilla preferida, se calzó sus mejores zapatos de tacón, cogió el bolso, se miró al espejo, sonrió y salió de casa.
Cuando llegó a la cafetería ya la estaban esperando.
Él se levantó y exclamó:
- Estás guapísima.
- Gracias.
- Bueno, por fin os puedo presentar... Mi mejor amiga, mi novia. Mi novia, mi mejor amiga.
- Encantada.
- Un placer.
- Toma, la invitación a nuestra boda. Espero que no nos falles. Ven con quien quieras.
- Por supuesto que iré.
Se despidieron un rato después y ella se volvió a su casa. Se bajó de los tacones, se desmaquilló, se puso un pijama y se arropó con una manta en el sofá.
Cuando la llamé para animarla, entre lagrimones, me dijo:
- Lo siento por la novia, pero por mis cojones que la más guapa de esa boda y la que más va a sonreír voy a ser yo.
Hay gente que llora públicamente cuando la vida le da un bofetón... otras siguen sonriendo hasta que se quedan solas.