lunes, mayo 22, 2006

De encantadores de serpientes…y sorpresas varias.

Hoy os voy a hablar de esos chicos a los que yo llamo los encantadores de serpientes.
No sé cómo lo hacen, pero en cuestión de 2 conversaciones cortas han conseguido sacarme el nº de teléfono y me han convencido para tomar una caña…. Todo esto, mientras un ciento de tíos que se lo están currando desde hace un mes no han conseguido ni lo primero…

No tienen nada de especial, simplemente creo que te van llevando a su terreno hasta que te confias y dejas de estar a la defensiva, sientes que el negarse es un absurdo y te entreguas en cuerpo y alma a lo que te pidan.

Por ahora he conocido a 2 tipos de estos… Uno consiguió en 2 días que al 3º me lanzase a tomar algo con él. Y claro, cuando alguien te hace sucumbir con tanta facilidad lo mínimo que esperas de él es que sea un hombretón hecho y derecho de los que quitan el hipo, no??

El chico en cuestión apareció en el bar con 5 minutos de retraso (para una vez que soy puntual!!!) y cuando lo vi entrar me di cuenta de que me había engañado totalmente. Era tan poquita cosa que por primera vez en mi vida sentí complejo de jirafa con mi 1,60 de altura. Lo primero que pensé fue en mis tacones y lo bueno que habría sido dejarlos en casa.

Pedimos unas cañas y empezamos a hablar. Yo, no sé si influida por la nueva visión de mi misma, me crecí aún más y la verdad es que además de simpática, estuve ocurrente, graciosa, interesante e incluso, si me apuráis, yo diría que irresistible….

Tanto fue así que a medida que yo me iba creciendo el chico se iba haciendo cada vez más pequeñito… tanto tanto que hubo un momento en el que creí que se iba a escurrir de la banqueta en la que estaba encorvadamente sentado.

Cuando iba a lanzarme a pedir la segunda caña el chico medio avergonzado me dijo que él prefería tomarse un refresco light, porque tanta cerveza no le sentaría bien. En fin… yo seguí a cañas… ya no había quien me parara.

Después pedimos unas tostas y algunas cosillas para picar y el chico resultó ser un poco maniático con el tema de las calorías y a cada bocado que yo daba me iba relatando el porcentaje de grasa que contenía. Que digo yo... que si te preocupa engordar no comas, pero no des la lata a los que disfrutamos comiendo. A la hora de pagar, el chico descubre que no lleva un duro encima y colorado como un tomate me pide que pague todo… (por un momento pensé que lo hacía porque yo había comido y bebido más que él)

Obviamente pagué encantada y salimos del bar dando por finiquitada la cita.

Cuando yo me dirigía hacia mi coche para volver a casa, el pequeño hombrecito, con voz casi inaudible me dice “te importaría acercarme a mi casa, el metro a estas horas me da un poco de miedo”….

No lo pude remediar, solté una carcajada escandalosa.

Lo acerqué hasta el portal de su casa y para hacer el trabajo completito, esperé hasta que hubo entrado en él sin percance alguno.

Lo gracioso es que al día siguiente volvimos a coincidir en el messenger y el encantador de serpientes volvió como si nada hubiera pasado. Pero esta vez ya no era lo mismo… mientras él continuaba con su verborrea cameladora yo solo veía a un niño pequeño corriendo hacia el portal con cara de susto….

Reich.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya cita... donde está el macho ibérico??

Anónimo dijo...

¿No pensaste en que huía de tí?

Anónimo dijo...

Bueno, esto es todo lo que yo puedo hacer

http://blogs.ya.com/odiame/200605.htm#23

Suerte

Walrus dijo...

Oiga, señorita, yo le pago si queda conmigo y luego me pone verde por aquí tal cual como a este tipo. Yo soy de los que manejan peor retórica frente a frente que con cobre interpuesto, así que lo tendría fácil por la misma línea. Anímese, que yo por lo menos sí que invito.